“Últimamente mi hijo me contesta mal y regañarle o castigarle ya no me funciona, ¿qué hago?”
Si le preguntaras a una persona con una mentalidad de educación familiar de la evolución pasada, te contestaría algo similar a eso de “una bofetada a tiempo” o “castiga con lo que más le duela y así aprenderá”.
Y es que, cuando estamos en una versión anterior de educación de los hijos, cuando nos portamos como padres 1.0, pensamos que la autoridad y la obediencia hace que los niños sean más responsables y eso hace que vayamos por el camino de hacer sentir mal para que los niños se porten bien.
Vamos a poner algo de contexto y hablaremos de niños/as de 6 a 12 años, aproximadamente, que es la etapa en la que regamos esa semillita que plantamos en la etapa infantil y donde ya empiezan a perfilar su personalidad.
¿Cómo podemos abordar este desafío para educar en la responsabilidad y en la autonomía?
Primero veamos los 3 pilares que siempre comparto que para mí son la base para abordar los retos educativos con los hijos/as:
¿Qué quiere decir esto?
Esto significa que las reacciones siempre son causa de creencias internas, preocupaciones, formas de entender el mundo y estados emocionales. Es el resultado de esa coctelera, por lo que lo primero que puedes hacer es empezar a pensar cuál podría ser la causa de esa mala contestación.
Cosas a tener en cuenta en esta fase:
1.1. Su comportamiento no es nada personal (en principio).
Si no hay ninguna historia entre vosotros de resentimiento o incomprensión por algún hecho o circunstancia del pasado no resuelta, las malas contestaciones a esta edad son más un desborde emocional.
Pensar que es más una fase normal dentro del desarrollo de tu hijo/a en vez de pensar que te odia, te ayudará a encontrar soluciones y recuperar la conexión con él de manera más tranquila.
1.2. Existe una necesidad humana que hace que los niños se sientan capaces y seguros de sí mismos al enfrentarse a los retos de la vida, se trata de sentir que son importantes, que su opinión cuenta.
A veces cuando estamos en nuestra versión 1.0, usamos mucho el control y las directrices (sobre todo cuando queremos que las cosas se hagan rápido), diciéndoles todo lo que tienen que hacer y cómo lo tienen que hacer, porque en el fondo no confiamos en que lo hagan, y cuando las nuevas generaciones van creciendo, va creciendo esa necesidad de poder elegir o contar su propia versión.
2. CUANDO NUESTROS ESTILOS EDUCATIVOS AVIVAN LA LLAMA DEL MAL COMPORTAMIENTO
Además de que las malas contestaciones llegan porque los hijos están en proceso de regulación emocional, la forma en la que les decimos las cosas a lo 1.0 intensifica ese momento.
¿Somos causantes de que se porten así?
Más que causantes o culpables, nuestra manera de tratar el conflicto influye en su siguiente contestación.
Imagina que una niña de 9 años discute con su hermano. Tú no estabas delante y no sabes lo que pasó. De momento sólo te dejas llevar por tu propio iceberg (tus creencias, suposiciones, experiencias pasadas, tu estado emocional…). Pongamos que no te crees la versión de tu hija y que te cansa infinito eso de gestionar peleas entre hermanos (a mí me pasa). Tomas una decisión para resolver el asunto, que es rápida pero no agrada a tu hija, que no ha tenido ocasión para explicarse.
Y te encuentras con una mala contestación.
Pues bien, nuestra forma de hablar, de resolver la situación provoca inevitablemente reacciones en nuestro hijos/as.
En una versión 1.0: vamos, resolvemos rápido y si se enfadan, que se enfaden. Tú mandas.
En una versión educativa más evolucionada, una versión 3.0, con conciencia de tu influencia, puedes hacer una lectura diferente de lo que está pasando y tomar otras decisiones y acciones, probar diferentes herramientas y métodos.
3. DE NADA SIRVE ENTENDER LOS PROCESOS DE DESARROLLO DE LOS HIJOS/AS SI NO ATENDEMOS NUESTRO ESTADO EMOCIONAL.
A poco que te pares a pensar, estarás de acuerdo conmigo cuando digo que dos situaciones similares de mala contestación de los hijos/as, podemos resolverlas con más gritos o con más calma. Hay días que estamos más zen y otros de “mírame y no me toques”.
Podría hablar profundo sobre la velocidad a la que nos tiene sometidas esta sociedad, a la ansiedad de quererlo todo rápido y de la idea de que no nos podemos equivocar porque eso supone perder (tiempo, dinero, energía…), y si lo hiciera, sería un artículo demasiado margo, así que mejor lo dejo para otra ocasión.
En la nueva forma de educar a los hijos, atender nuestros niveles de estrés y de cansancio es una de las prioridades que beneficia directamente a nuestros hijos. Sin atender estas dos cosas, nuestra versión de relación 3.0 es tan sólo la versión 1.0 con un lazo bonito.
Pregúntate a menudo, ¿cómo están mis niveles de estrés y de cansancio? ¿Qué puedo hacer para estar más tranquila y mantener todo lo posible ese estado? Si mantienes las preguntas constantes, las respuestas acabarán llegando.
Entonces, para terminar… ¿qué hago cuando mi hijo/a me contesta mal?
En el proceso de evolucionar hacia una educación familiar 3.0, habrá días que sintamos que avanzamos y otros que no.
Sé compasiva y háblate bonito. Mañana tienes una nueva oportunidad.
Si quieres profundizar más sobre cómo ser tu versión más evolucionada en la educación de los hijos, aquí te dejo un taller donde te hablo de los pasos que puedes empezar a dar ya para conseguirlo, y ver cómo tus hijos van siendo cada vez más responsables y autónomos.
También te puedo orientar en sesiones privadas que puedes agendar en eduluciona@gmail.com
1 comentario
Héctor · mayo 9, 2023 a las 12:28 pm
Ser padre o madre no es nada fácil, gracias por aportar un grano de sabiduría